Actividad 5: Creación en prosa


CREACIÓN EN PROSA
El equilibrio de Romhegar
Mi nombre es Marjion, tengo 11 años y vivo en una pequeña aldea de montaña llamada Romhegar. Es un lugar muy bonito en el que siempre estamos en la estación del Frimal, hace mucho frío, a excepción de dos meses al año, con la estación de Vera, en los que la temperatura mejora considerablemente y nos permite poder cultivar nuestros propios alimentos (vegetales). Durante la estación del Frimal, solo podemos alimentarnos de algún que otro animal, por el cual agradecemos a las diosas tras darle caza. Todos los animales en Romhegar son sagrados, y por eso, no podemos ofender a nuestras diosas creadoras y darles muerte sin un motivo más allá que la propia alimentación para sobrevivir. Los frimales resultan muy duros y cada familia debe racionar sus piezas de caza para no matar más de dos animales al año. Las plantas solo dan frutos en la estación Vera, que es lo que vosotros denominaríais primavera, por eso, los vegetales, los reservamos para esa época y hacemos tarros en conserva para poder almacenarlos.

Una peculiaridad que tienen los animales en Romhegar es que son herbívoros y solo se alimentan de plantas. Os resultará extraño que os diga esto cuando ya os he contado que las plantas solo se pueden cultivar durante Vera. Pero aún no os he podido explicar por qué sobreviven nuestros animales en el Frimal. A pesar del frío hay muchos animales que están perfectamente adaptados al clima gracias a sus pelajes mullidos y suaves, pero lo más increíble es que tienen el poder de hacer crecer frutos en los árboles cuando van a alimentarse. Y así, de este modo, son capaces de vivir durante la época de frío.

Nosotros, los Romhegarianos, a diferencia de los animales, somos omnívoros, pero al ser creyentes y temerosos de las leyes naturales instauradas por las diosas creadoras Gara y Zhiya, no nos gusta cazar de cualquier forma ni agradecer al hacerlo a las propias criaturas por ofrecernos sustento durante la época invernal. Otra de las leyes naturales que están instauradas, y como los animales son sagrados, no está permitido talar árboles o manipularlos de algún modo para tratar de cultivarlos durante el Frimal, ya que son el medio de sustento calórico de los animales.

Antes de continuar con los últimos acontecimientos sucedidos en la aldea de Romhegar, he de contaros algo sobre nuestra historia y las raíces de la identidad de nuestra cultura. Gara y Zhiya, las diosas creadoras, tuvieron el poder de hacer que viviésemos en estas tierras y son las mismas que permiten que todo funcione de forma equilibrada en la naturaleza que nos rodea. Ellas son hermanas y su poder está controlado por a madre de todas las Diosas, Ashidel. Gara fue la encargada de crear toda la flora, la geografía de Romhegar y el clima de nuestra aldea. Fue capaz de elevar las montañas, proveer de agua a los ríos, endurecer las rocas, hacer crecer árboles que pudiesen dar frutos y un clima que alternara el frío y la temperatura suave para ver florecer a sus plantas. Os puede resultar un poco extraño, pero sí, al principio de la creación, cuando no estábamos los Romhegarianos, las estaciones se equiparaban en duración y se alternaban entre frimal y vera de forma equitativa. Zhiya creó a los animales, haciéndoles un pelaje mullido y suave que les protegiese de las bajas temperaturas del frimal y que, al llegar la época de temperaturas suaves, durante vera, lo fuesen perdiendo revelando la piel brillante y colorida bajo ese pelaje. Las dos diosas hicieron que las creaciones de cada una estuviesen en armonía. Sin embargo, hubo un problema al crearnos a nosotros, los Romhegarianos. Para tratar de respetar esa armonía, intentaron que tuviésemos propiedades de ambos mundos, el vegetal y el animal. Gara quería que fuésemos cazadores y nos alimentásemos de los animales. Zhiya, por el contrario, quería que fuésemos herbívoros y nos alimentásemos de los frutos de los árboles. Sin duda, al hacernos omnívoros teníamos rasgos de ambos mundos, pero a su vez, atentábamos contra la creación de ambas diosas. Ninguna quería que sus creaciones iniciales fuesen dañadas. Ante esta disputa, Gara tomó cartas en el asunto y se dispuso a proteger a la flora romhegariana. Para ello, cambió el clima e hizo que solo existiesen dos meses al año en los que los humanos pudiesen manipular los frutos para poder cultivarlos. Con esta fórmula, la supervivencia de los Romhegarianos se vería comprometida. Tras miles de años en los que casi se extingue tanto la especie Romhegariana, la diosa Zhiya llena de rabia, decidió vengarse de su hermana. Con esta ley, no solo perjudicaba la supervivencia de los Romhegarianos, sino también la de sus propios animales, así que, como forma de ayuda no dudó en dotarles del poder de hacer que mágicamente, hiciesen florecer los árboles en frimal para poder alimentarse y sobrevivir en la época del frío. Con esta solución, pasaron otros miles de años en los que los Romhegarianos lograron vivir en paz sin la intervención de las diosas, acostumbrándose a respetar a los animales y a rezar cada vez que cazaban alguno, dando las gracias por ese sacrificio.

Así hemos continuado en Romhegar hasta hoy, viviendo en armonía y con un gran equilibrio entre las fuerzas naturales que aquí conviven. Nosotros, somos pocos habitantes, pero vivimos en una comunidad en la que todos jugamos un papel importante y lo ejercemos con esfuerzo y sacrificio en beneficio de la aldea.

Ahora os contaré lo que ocurrió cierto día del año 534 de nuestra era; acababa de terminar la estación de vera y todos en la aldea nos afanábamos en recolectar y embotellar las últimas cosechas para la época de frío cuando apareció en el pueblo un carro tirado por dos mulas y dirigido por un Joven de rostro jovial y hermosos cabellos ondulados, rojos como el color del carbón de una fragua, el carro parecía una enorme caja cerrada, excepto por una chimenea que coronaba la estructura. Aquello causó un enorme revuelo en la aldéa, rara vez había pasado un extranjero por estas tierras y menos de aquella manera tan sonora, todos los arreos de la caballería iban preñados de cascabeles que al paso del mismo parecía como si todos los cristales de las ventanas de Romhegar hubiesen estallado a causa del frío. Aquel día yo me encontraba ayudando a mi madre con el embotellado de los vegetales, manteniendo el fuego a punto para calentar el agua en el que se sumergen los frascos para sellarlos y que aguanten largos periodos de tiempo antes de echarse a perder. Nos encontrábamos en la plaza del pueblo bajo unos techados habilitados para dicha tarea por el Dóminos de la aldea, El administrador de Romhergar, por lo que pude ver como aquel joven paró en mitad de la plaza, bajo del carro, extendió una escalera en la parte trasera de aquella caja, subió por ella, abrió una especie de puerta por la que entro agachándose y tras unos segundos aquella caja comenzó a abrirse y plegarse, estirarse por aquí, doblarse por allá haciendo un estruendo endiablado por el que en cuestión de un minuto todo Romhegar estábamos rodeando aquel artefacto con la mayor mezcla de curiosidad y excitación que nunca se ha recordado en la aldea. Al cabo de aquel estruendoso minuto el carro se había convertido en un a especie de mostrador gigante con una apertura interior de lado a lado pero que curiosamente no comunicaba un lado con el otro, al menos desde un lado no era posible ver la plaza del otro lado. Se habían desplegado también dos altavoces uno a cada lado del mostrador u en el centro de este se encontraba el joven ahora vestido con un traje de mil colores los cuales se mezclaban como por arte de magia según la luz y ángulo con el que se le mirase. Se presentó así:

-          Buenísimos días gentiles Romehgarianos, mi nombre no es importante allí de dónde vengo, pero podéis llamarme Arag, humilde soñador temeroso de Ashidel madre de todas las diosas, Vengo a ofrecerles el mayor prodigio jamás visto de uno al otro confín de nuestra esfera.

A lo cual casi todos los romhegarianos al unísono contestamos:

-          La gracia de las dos diosas sea con usted.

Arag continuó:

-          Se de los rigores a los que sois sometidos debido a los largos meses de frío, y aquí me encuentro para poner mi ingenio a vuestro servicio por muy poco…a decir verdad sólo ganarme vuestro aprecio pues no hay ser más rico que aquel que tiene todo para ofrecer. Nunca nadie ha conocido semejante maravilla y vosotros amados vecinos de Romhegar seréis los primeros.

Miles de murmullos se escucharon entonces como los silbidos del viento en una noche del frimal hasta que el Dóminos alzando la voz preguntó:

-          ¡Joven, no de más rodeos y díganos de que se trata tal maravilla!

El joven Arag contestó:

-          Se trata querido vecino del fin de vuestros problemas en frimal, nunca más tendréis que comer verdura embotellada, podréis disfrutar todo el frimal de la mejor verdura que hayáis probado nunca, más fresca que el agua de los arroyos que bajan de las altas sierras y más deliciosa que ningún otro alimento que crezca o paste sobre la esfera. Sólo requiere del sacrificio de algún animal, no más de los que ya sacrificáis y jamás tendréis la necesidad de volver a sacrificar otro. ¿Alguien tiene algún animal que fuera a sacrificar? ¿Y sería tan amable de introducirlo por este hueco de mi derecha?

El Dóminos contestó:

-          Joven, en Romhegar siempre hemos sido partidarios de proteger nuestros animales y plantas, a pesar de tener que pasar hambre durante el largo frimal, siempre nos hemos ayudado los unos a los otros y si con esto podemos evitar tener que matar a nuestros hermanos animales , yo mismo te ofrezco mi última pieza de las tres que nos son permitidas sacrificar si es en beneficio de estos y de romhega, a ellos me debo.

El Dóminus desapareció por uno de los portales que dan a la plaza y en un momento apareció con una hermosa cierva en brazos, la deposito en aquel hueco y todos observamos maravillados como esta recobró el aliento se puso en pié y caminó decidida hacia el interior de la oscura oquedad. Inmediatamente por la otra parte del hueco salió una maceta de madera cuadrada con una especie de tomatera de mil colores idéntica al traje del joven de la cual brotaron una veintena de verduras de formas diversas, a saber: tomates, judías, guisantes, repollos, etc….

Y Arag dijo:

-          Aquí tenéis la mayor maravilla jamás ideada, venid y provad, compartid con vuestros vecinos, ya todos vuestros problemas desaparecieron.

A mi la verdad no me parecía nada tan extraordinario, y a pesar de que era cierto que el frimal era duro, también es cierto que gracias a él todos los vínculos entre vecinos se veían fortalecidos y nadie negaba ayuda a aquel que la necesitara, ya que de la unión de todos los romhegarianos dependía la subsistencia de los mismos. En líneas generales, no me convencía aquel joven, algo no me resultaba en orden con él, así que no me uní a los que se acercaron a probar aquellas verduras maravillosas.
Al cabo de unos días, todos los romhegarianos habían sucumbido por completo a las maravillas de aquel forastero y prácticamente toda la aldea había llevado por allí las diferentes piezas de caza de las que disponían, habiéndolas cambiado por estas plantas mágicas. Yo empecé a apreciar que se formaban tumultos en torno a la carroza en medio de la noche. Los vecinos aporreaban la puerta y pedían encarecidamente que les otorgase otra planta más. Como cada familia solo podía llevar tres piezas de caza y algunas ya las habían convertido, los aldeanos empezaron a cazar de manera descontrolado, haciendo desaparecer muchos de los animales que por aquellas tierras acostumbraban a transitar. Era como una especie de adicción que estaba controlando y cambiando por completo el carácter de mis vecinos. Ya no había convivencia entre nosotros, ni esas caminatas hacia el bosque hablando de cómo habían pasado el día, ni saludos de buenos días, ni tan siquiera sonrisas. Romhegar se había transformado en una aldea sombría sin esa alegría y hospitalidad a la que acostumbraba.

Yo no sabía lo que estaba ocurriendo, pero sospechaba que todo había cambiado desde la llegada del joven forastero Arag. Mi aldea ya no resultaba un lugar cómodo para vivir. Mis padres discutían por comer los vegetales de esas plantas, los vecinos se peleaban en plena plaza con mucha violencia, e incluso Marlam ya no era la misma de siempre. No os he hablado de ella hasta ahora, pero ella es mi mejor amiga, siempre pasábamos las tardes juntos tratando de descifrar el funcionamiento de la magia de los animales, cantando por las calles con su pequeño laúd e imaginando que algún día conseguiríamos hacernos amigos de un lumas, un animal mágico procedente de la primera línea de creación de Zhiya que puede volar. Echaba de menos a mi amiga, pero, sobre todo, echaba de menos su sonrisa…
La situación iba empeorando por momentos. El Dominos, no salía a la calle y mandaba a sus secretarios a buscar más vegetales mágicos, la gente ya no rondaba por las calles y en el prado de enfrente de mi casa ya no había animales. Estaba realmente preocupado y no podía dormir, así que esa noche, pasé por casa de Marlam para tratar de convencerla de que se viniese conmigo a investigar qué pasaba, pero su negativa y enfadada respuesta me dejó sorprendido a la vez que asustado. Decidí no insistir y marché hacia la plaza donde seguía la misteriosa carroza con un hilillo de humo saliendo por la chimenea.
Al acercarme, fui intuyendo una especie de melodía cantada casi a susurros con la voz de una mujer. Era una voz dulce, armónica y suave, que recordaba a las mismas diosas. Me asomé curioso por la ventana, tratando de comprender la letra de aquella canción:
“Mares y ríos has de crear, y grandes montañas habrás de elevar, pero no te olvides de la vegetación crear, pues son la base de cualquier vida en Romhegar. Flores y plantas no van a faltar pues los animales se habrán de marchar y por fin mi hermana se tendrá que olvidar de estas tierras preciosas que tuvimos que inventar.”  Me asomé por la ventana y pude observar cómo una mujer preciosa de cabellos largos y lisos cantaba y sonreía mirándose al espejo. No había rastro de aquel joven forastero, pero al fijarme sentía que se parecían demasiado. Entonces, caí en la cuenta, era la misma diosa Gara que había transformado su apariencia para engañarnos. Se la escuchó decir “Querida hermana Zhiya, no tendrás que seguir preocupándote por tus amados animales, pues pocos quedan por estas tierras. Mis plantas, seres puros y sin rencor, vivirán en paz sin que nadie atente contra ellas.”
Un poco confuso con lo que había descubierto, decidí partir hacia el templo de Zhiya, tratando de convencerme para poder explicárselo todo y echando de menos a Marlam. Ella sabría qué hacer en una situación así. Al llegar, simplemente comencé mi habitual plegaria para establecer contacto con la diosa y después me puse a exponer mis sospechas un poco apesadumbrado. Al terminar, más confuso de lo que había entrado, salí para retomar mi camino a casa, cuando de pronto vi un Lumas que me miraba fijamente. Era tal y como lo había imaginado, pero mucho más impresionante. Una lágrima recorrió mi mejilla y una sonrisa se dibujó en mi cara.
Al verme me dijo:
-          Mi nombre es Ayihz, he venido para ayudarte a desenmascarar a Gara e instaurar el orden natural de Romhegar. Escucha bien mis palabras porque, aunque te acompañaré, deberás ser tú quien lleve todo el peso de esta misión pues no se me permite hablar con romhegarianos. Primero convencerás a los aldeanos de que vayan a la plaza y rodeen la carroza de Arag. No te será fácil, pues se encuentran hipnotizados por la magia de los frutos que han probado. Esa también es la razón por la que han cambiado su carácter. Más no te preocupes, volverán a su ser en cuento rompamos el hechizo. Después llamarás a la puerta de la carroza y cuando Arag salga a recibirte pronunciarás “Quien se avergüence de su creación que no se oculte de la verdad del Universo”. Es el lema de mi familia y al escucharlo revelará su rostro para mostrarse ante Ashidel, su madre.
Acompañado por Ayihz, fui recorriendo toda la aldea y convenciendo mediante el diálogo a mis vecinos. No fue sencillo, pues me contestaban con palabras prohibidas, gestos obscenos y mala actitud, pero insistiendo y siendo apoyado por Lumas conseguí que todos me acompañaran a la plaza. Una vez allí, llamé a la puerta y esperé paciente a que se abriese la puerta para pronunciar:
-          “Quien se avergüence de su creación que no se oculte de la verdad del Universo”.
El joven Arag empezó a zarandearse en el suelo como si un terremoto se estuviese formando bajo sus pies. Se elevó ligeramente del suelo y su rostro, su cabello y sus ojos comenzaron a transformarse ante todos, convertidos en los largos cabellos negros, precioso rostro y dulce voz propia de las diosas. Los romhegarianos, sin apartar la vista, lanzaban comentarios de sorpresa y admiración, pues una auténtica diosa se había mostrado ante ellos con su verdadera apariencia. Prácticamente al unísono exhalaron un suspiro de emoción. Gara, avergonzada, calló al suelo y cubrió su rostro con las manos, pues no estaba permitido que los romhegarianos viesen su aspecto. Lumas, avanzó entre los aldeanos y volvió a pronunciar unas palabras:
-          Marjion, has obrado bien. Y has ayudado a que mi hermana muestre su verdadero rostro descubriendo su trampa. Hermana, no te avergüences por mostrar tu rostro, hazlo por cómo has actuado. Deberían ser ellos, seres inferiores, los que se avergonzaran de ti. Pensé que sería suficiente con dar a los animales el poder del cultivo, pero ya no queda ninguno. Mi creación ha sido devastada por tus sucias artimañas.
Las dos hermanas cada vez estaban más furiosas y se enzarzaron en una pelea en la que se iban atacando mutuamente, culpándose por los pésimos resultados de sus propias creaciones. Yo, harto de tanto grito y discusión sin sentido, intervine en voz alta:

-          ¡Basta ya, dejad de discutir, por favor, así no llegaréis a ningún acuerdo! Entre las dos creasteis esta aldea y por vuestros propios intereses la estáis destrozando. Romhegar ya no tiene un equilibrio natural. Los romhegarianos no tienen alimento, se han vuelto distantes, sombríos, incapaces de convivir los unos con los otros. Los animales se han extinguido, y las plantas, no sobrevivirán si no pueden hacer brotar frutos. ¿No os dais cuenta? Nosotros estábamos acostumbrados a la vida así, no os culpábamos por el tiempo, ni por no poder cazar, siempre os estuvimos agradecidos y vivíamos en paz entre nosotros. Pero ahora, todo eso ha cambiado. Ya nadie se para a ayudar, y solo ven sus propios intereses. Tal vez deberíamos replantearnos a quién debemos rezar a partir de ahora… Dadnos una solución para que todo vuelva a la normalidad o si no queréis hacer nada, al menos permitidnos volver cooperar entre nosotros para sobrevivir.
Un halo de luz iluminó el cielo y mostró otra mujer que descendía con rostro calmado. Tenía un aspecto jovial, aunque daba a entender que tenía más vivencias de las que aparentaba. No podía ocultar su verdadera forma, pues ella era madre de diosas y no debía pleitesía a nadie. Se paró ante nosotros la mismísima diosa Ashidel.  Su cabello también era largo, pero a diferencia de las hijas, el suyo era ondulado y de color cobrizo. Gara, que había relajado el semblante, mostraba la misma preocupación que cuando nuestra madre nos mira porque sabe que hemos hecho algo mal. Por el contrario, Zhiya estaba con una actitud orgullosa, convencida de que todas las culpas serían para su hermana.
-          Amados habitantes de Romhegar, amadas creaciones. No sois merecedores del egoísmo de mis hijas. Por eso os recompensaré estableciendo de nuevo el equilibrio de vuestras tierras, pero debéis continuar trabajando y conviviendo entre todos para superar las adversidades que vayan viniendo. Hijas, vosotras, aún no estáis preparadas para ser diosas creadoras y lo habéis demostrado una vez más priorizando vuestros propios intereses al deber divino de luchar por el equilibrio. Me habéis decepcionado, pero trataré de haceros entender cuál es el camino correcto. Joven Marjion, estoy muy orgullosa de ti. Has tenido el coraje de pensar por ti mismo y criticar la labor de unas poderosas diosas. Eso dice mucho de ti. Nunca dejes que te condicionen y lucha por buscar la verdad. Por otra parte, estoy contenta de que hayas resuelto el conflicto a través del diálogo y hayas sido capaz de buscar la verdad con tus propios medios. A partir de hoy, desarrollarás la habilidad de resolver conflictos mediando con capacidad reflexiva y diálogo. Serás una figura referente en la aldea y todos deberán acudir a ti si tienen problemas con otros.

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